La espina bífida es una grave malformación congénita. La gravedad de esta se basa en que afecta a tres de los principales sistemas del organismo: el sistema nervioso central, el aparato locomotor y el sistema genitourinario. Esta es la enfermedad que sufre Santiago, un niño cordobés de diez años que, a pesar de las dificultades, ha encontrado en el deporte una medicina de superación continua. En silla de ruedas, la movilidad de Santiago es reducida. No siente nada desde la cintura hacia abajo, pero esto no es impedimento para que desee realizar la práctica deportiva como uno más.
“Todo se puede conseguir con esfuerzo y trabajo” dice Santiago, que el pasado fin de semana vivió uno de esos días que ya nunca podrá olvidar. Debutó con el equipo Luque Ecológico Alminar Esclavas disfrutando de unos minutos. “Me sentí muy bien, muy cómodo”, explica. Para Cristóbal, su padre, y Antonio Arellano, Director Deportivo del CD Alminar Esclavas, sus ganas de progresar y superarse son “admirables”. Y es que, a pesar de no poder hacerlo, “no rechaza ni jugar al fútbol”. De hecho, así fue cómo empezó todo. “Un día me dijo que quería jugar al fútbol con la silla porque le gustaban los deportes de equipo, así que, quedándome con eso y hablándolo con el club, surgió la opción del baloncesto. Esta temporada hemos creado un equipo de baloncesto y se lo comenté porque es un deporte que está bastante más adaptado”, explica Arellano.
Así que Santiago se puso en marcha. “Me gusta mucho el baloncesto, pero no soy de ningún equipo”, dice. Eso lo deja para el fútbol, del que es hincha de tres clubes: “El Córdoba, el Atlético y la Selección”. Aunque tiene claro que “antes soy del Córdoba que del Atleti”. Su padre, orgulloso, añade además que “nunca nos ha puesto ninguna pega y jamás se ha quejado ni ha dicho que no puede hacer alguna cosa. Algo que corrobora Antonio Arellano. “Nunca dice que no a nada. Siempre tiene una sonrisa para todo”.
En este sentido, la labor del CD Alminar Esclavas y de todo el colegio Esclavas del Sagrado Corazón está siendo básica. “Es uno más y está totalmente integrado con todo el mundo en el colegio: padres, alumnos, profesores… todo el mundo lo quiere”, explica Arellano. Y es que ese es el principal objetivo: la integración. Objetivo que cumple con creces. “No tiene miedo ni piensa en limitaciones. Cada día demuestra que no cree que haya nada imposible”, prosigue el técnico cordobés. Cristóbal, su padre, se muestra igualmente encantado. “El trato que tienen con él es espectacular. Está todo el mundo volcado. Siempre nos han dado facilidades y nos han apoyado. Es algo que no me cansaré de agradecer”, sostiene.
De este modo, Santiago continúa sorprendiendo a todos. De momento, el pasado fin de semana jugó como uno más. “Hubo que pedir permiso a la Federación y el resto de equipos. Ninguno puso pegas, así que es algo que tenemos que agradecer, al igual que al IMD Córdoba. Cuando terminó el partido estaba súper contento y todo el mundo le felicitó”, cuenta Arellano. El siguiente paso, quien sabe, podría ser “probar en serio con el baloncesto adaptado”, aunque él, cuando se le pregunta por qué quiere ser de mayor, responde que “es algo que todavía no he pensado”. Qué más da. Con ese espíritu de sacrificio y superación, Santiago llegará donde quiera.