Campuzano y Vila hablan de la parte más dura de la Fiesta en Cajasol
22 de mayo de 2014 | Toros | patiodecuadrillas.com. 18:04.
Interesante charla con el toro y la cirugía como tema de fondo en el Mano a mano número 28
La edición número 28 de los Mano a mano de la Fundación Cajasol deparó momentos de gran interés para los cientos de aficionados que volvieron a llenar la sala. Con el título genérico de 'El toro y la cirugía', el acto unió al matador de toros José Antonio Campuzano y al doctor Ramón Vila, que desde sus dilatadas experiencias en uno y otro mundo ofrecieron un análisis profundo y salpicado de jugosas anécdotas de la parte más dura del toreo.
No sólo por la historia que ha vivido como doctor cirujano jefe de la Maestranza durante más de 30 años, sino también por su experiencia como amante de la tauromaquia y su amistad con numerosos toreros, el médico Ramón Vila ofreció una particular visión de una faceta poco conocida del mundo taurino.
"Una autoridad"
Campuzano, torero que tiene el reconocimiento de los profesionales del toro, comenzó con una experiencia personal: "La primera vez que me atendió un cirujano fue el padre de Ramón Vila, que era una autoridad. Nunca pensé que el hijo fuera a superar a su padre, pero así ha sido y es un referente en el mundo de la cirugía taurina y en el mundo del toro. Sevilla no se concibe sin Ramón Vila", concluyó.
Ramón Vila comenzó recordando que "antiguamente había 14 ó 15 cornaditas en una feria y ahora hay pocas, pero son cornalones. Cuando me tocó ponerme en el lugar del jefe por primera vez, me tocó atender las dos cornadas a Paquirrí, una en cada pierna. Ellos saben hasta donde llega el pitón. Paquirri me indicó cual de las dos cornadas era más profunda aun pareciendo la más pequeña por el orificio". Y ahondó en esta experiencia: "Estaba yo preparándome, lavándome las manos, y me llega el anestesista y me dice: el torero dice que dónde está tu padre que si no, no se opera. Abrí la puerta de la sala y Paquirri en la camilla, con el suero puesto, pidiendo que viniera mi padre. Yo le dije: mi padre está enfermo en casa, aquí el jefe soy yo, así que o entras por esta puerta o coges aquella". Eso le dio confianza al torero, que finalmente accedió a ser operado por un joven Ramón Vila.
Tras lo sucedido el martes en Las Ventas, no hay persona que no piense en el riesgo que corre el torero. Pero en el encuentro se quiso saber si el torero piensa en ese riesgo y en la cornada. Campuzano respondió: "El torero piensa en eso pocas veces, pero sí, hay momentos en que piensas que puede ser hoy. Pero afortunadamente nunca pasa el día que lo piensas. Siempre llega la cornada cuando menos te lo esperas y en el toro al que se le ha dado menos importancia de la que tiene". José Antonio admitió también que luchar contra ese miedo es muy complicado, y al hilo contó una experiencia personal: "Me sirvió una anécdota con una señora que se acercó a hablar conmigo un día para decirme que había sido mi madre en otra vida y que no me preocupara porque en el mundo del toro no me iba a pasar nada malo. Que hiciera ejercicios de respiración antes de salir a torear para relajarme. Yo no tenía nada que perder así que le hice caso. Y a partir de ahí dejé de tener esa angustia antes de ponerme el vestido de torear. Posteriormente, en una charla a la que asistí, me enteré que esa señora había sido vidente y que había fallecido".
"Nunca se le puede perder el respeto"
Sin embargo, muy diferente es el miedo del doctor Vila, que no le ha llegado en ninguna operación sino curiosamente cuando le cayó un toro encima mientras presenciaba una corrida en su burladero de la Maestranza: "Es curioso, pero recuerdo de ese día el olor del toro, que me acompañó durante unas semanas". "Al toro no se le puede perder nunca el respeto, y mantenerle la distancia. Ni al toro ni al hombre se le puede levantar la mano", recalcó Campuzano.
Tras un repaso por sus faenas destacadas y los mejores momentos de su trayectoria, Campuzano recordó cómo le marcó la triste noticia de la muerte de Paquirri y posteriormente la de Yiyo y cuánto le afectó, así como su peor cogida, la que sufrió en Calahorra, y cómo las circunstancias le obligaron a seguir en activo, sin embargo, fue superando ese calvario que comenzó en 1985 y en 1987 empezó a disfrutar y tuvo uno de sus mejores años.
Asímismo, Ramón Vila hizo un pequeño repaso por sus intervenciones más llamativas, o situaciones parecidas a las de Madrid el pasado martes, con tres toreros en enfermería, recordando que eso en la Maestranza nunca ha pasado con las tres figuras, aunque a veces se han juntado toreros con banderilleros y picadores en la enfermería.
Esta 28º edición de los Mano a mano de la Fundación Cajasol fue presentada y moderada, por el periodista José Enrique Moreno, y finalizó con una entrega de un obsequio, un cuadro del artista Ricardo Suárez, a cada uno de los protagonistas.
No sólo por la historia que ha vivido como doctor cirujano jefe de la Maestranza durante más de 30 años, sino también por su experiencia como amante de la tauromaquia y su amistad con numerosos toreros, el médico Ramón Vila ofreció una particular visión de una faceta poco conocida del mundo taurino.
"Una autoridad"
Campuzano, torero que tiene el reconocimiento de los profesionales del toro, comenzó con una experiencia personal: "La primera vez que me atendió un cirujano fue el padre de Ramón Vila, que era una autoridad. Nunca pensé que el hijo fuera a superar a su padre, pero así ha sido y es un referente en el mundo de la cirugía taurina y en el mundo del toro. Sevilla no se concibe sin Ramón Vila", concluyó.
Ramón Vila comenzó recordando que "antiguamente había 14 ó 15 cornaditas en una feria y ahora hay pocas, pero son cornalones. Cuando me tocó ponerme en el lugar del jefe por primera vez, me tocó atender las dos cornadas a Paquirrí, una en cada pierna. Ellos saben hasta donde llega el pitón. Paquirri me indicó cual de las dos cornadas era más profunda aun pareciendo la más pequeña por el orificio". Y ahondó en esta experiencia: "Estaba yo preparándome, lavándome las manos, y me llega el anestesista y me dice: el torero dice que dónde está tu padre que si no, no se opera. Abrí la puerta de la sala y Paquirri en la camilla, con el suero puesto, pidiendo que viniera mi padre. Yo le dije: mi padre está enfermo en casa, aquí el jefe soy yo, así que o entras por esta puerta o coges aquella". Eso le dio confianza al torero, que finalmente accedió a ser operado por un joven Ramón Vila.
Tras lo sucedido el martes en Las Ventas, no hay persona que no piense en el riesgo que corre el torero. Pero en el encuentro se quiso saber si el torero piensa en ese riesgo y en la cornada. Campuzano respondió: "El torero piensa en eso pocas veces, pero sí, hay momentos en que piensas que puede ser hoy. Pero afortunadamente nunca pasa el día que lo piensas. Siempre llega la cornada cuando menos te lo esperas y en el toro al que se le ha dado menos importancia de la que tiene". José Antonio admitió también que luchar contra ese miedo es muy complicado, y al hilo contó una experiencia personal: "Me sirvió una anécdota con una señora que se acercó a hablar conmigo un día para decirme que había sido mi madre en otra vida y que no me preocupara porque en el mundo del toro no me iba a pasar nada malo. Que hiciera ejercicios de respiración antes de salir a torear para relajarme. Yo no tenía nada que perder así que le hice caso. Y a partir de ahí dejé de tener esa angustia antes de ponerme el vestido de torear. Posteriormente, en una charla a la que asistí, me enteré que esa señora había sido vidente y que había fallecido".
"Nunca se le puede perder el respeto"
Sin embargo, muy diferente es el miedo del doctor Vila, que no le ha llegado en ninguna operación sino curiosamente cuando le cayó un toro encima mientras presenciaba una corrida en su burladero de la Maestranza: "Es curioso, pero recuerdo de ese día el olor del toro, que me acompañó durante unas semanas". "Al toro no se le puede perder nunca el respeto, y mantenerle la distancia. Ni al toro ni al hombre se le puede levantar la mano", recalcó Campuzano.
Tras un repaso por sus faenas destacadas y los mejores momentos de su trayectoria, Campuzano recordó cómo le marcó la triste noticia de la muerte de Paquirri y posteriormente la de Yiyo y cuánto le afectó, así como su peor cogida, la que sufrió en Calahorra, y cómo las circunstancias le obligaron a seguir en activo, sin embargo, fue superando ese calvario que comenzó en 1985 y en 1987 empezó a disfrutar y tuvo uno de sus mejores años.
Asímismo, Ramón Vila hizo un pequeño repaso por sus intervenciones más llamativas, o situaciones parecidas a las de Madrid el pasado martes, con tres toreros en enfermería, recordando que eso en la Maestranza nunca ha pasado con las tres figuras, aunque a veces se han juntado toreros con banderilleros y picadores en la enfermería.
Esta 28º edición de los Mano a mano de la Fundación Cajasol fue presentada y moderada, por el periodista José Enrique Moreno, y finalizó con una entrega de un obsequio, un cuadro del artista Ricardo Suárez, a cada uno de los protagonistas.