Al final es el coro, nuevamente,
quien alza de su voz el estallido
y coloca el laurel sobre tu frente.
Basta un instante, efímero latido,
el agudo perfil del epigrama.
Quede el viejo sarmiento consumido
al fugitivo vuelo de la llama.
Sólo el torso desnudo del ... leer más.