El Atlético Espeleño y la Estrella que lo guía
21 de abril de 2022 | División Honor | Minuto90.com
Con su cuadragésimo aniversario a la vuelta de la esquina es inevitable soñar con un regalo en forma de ascenso y este domingo afrontan los de Juan Carlos Quero un duelo trascendente ante el Montilla
Hablar del último domingo de abril en Espiel son palabras mayores. Tradición, fervor y sentimiento en torno a la Virgen de la Estrella, patrona de la localidad y emblema espiritual de sus pocos más de dos mil habitantes. Los apenas cuatro kilómetros que separan el pueblo del Santuario rezuman ese día la más pura verdad, la plenitud interior en el regreso a su encuentro, el misticismo por cumplir esa promesa que tanto tiempo llevas anhelando. Tres años después, la Romería es nuevamente una dulce realidad a orillas del Guadiato. Y, por consiguiente, el incesante cosquilleo por redimir ese pecado innato, por gritar la plegaria en memoria del que ya no está, por aferrarse con fuerza a ese íntimo deseo que únicamente ambos conocéis. Cierra los ojos, aprieta el puño y… Confía. Sabes que te lo concederá.
No se puede obligar a nadie a ver aquello para lo que no se está preparado. Pero ese cruce de caminos dogmático queda completamente al desnudo a los pies de la ermita. Allí todo es diferente. Si hay alguien que pueda lograrlo, que pueda insuflar esa dosis de fuerza necesaria para seguir luchando en momentos de dolor, desesperación e impotencia es Ella. El creyente, cura sus heridas a base de fe; el ateo, se contagia bajo un halo imposible de explicar con palabras. Solo las grandes batallas son dignas de dejarse hasta la última gota de sangre. Y esta, la que cada uno libra en silencio, mirándola de frente y con las rodillas en tierra, lo merece. Una simbiosis perfecta bañada por el pragmatismo y la cultura popular en un paraje de ensueño donde compartir un hornazo bajo un mar de chaparros solo puede engrandecer aún más la jornada.
Sus calles, sus gentes, sus raíces... Y un equipo de fútbol. Muchos son los motivos por los que Espiel puede sentirse orgulloso y pasear con la cabeza bien alta. Por lo que al balompié se refiere, y si exceptuáramos al Córdoba CF y su filial, el Municipal acoge hoy en día al cuarto mejor equipo de la provincia. Hito que, pese al cierto abandono mediático, trasciende los límites del terreno de juego y da empaque a una hazaña que en breve puede ser de mayor calado. Un Don Quijote que se codea con auténticos molinos que, desde la lejanía, impresionan; sobre el verde es otro cantar. Dosis de casta, trabajo y envidiable gestión para sobreponerse cada domingo y poner en el mapa futbolístico a un Atco. Espeleño con alma de guerrero, seguro de sí mismo. Una carrera poderosa, similar a la que realiza su guía espiritual en la antesala de la Reverencia, ese emotivo momento que precede al reencuentro de madre e hijo tras siete meses, con el paje San Sebastián como testigo de excepción. Muchas han sido las lágrimas vertidas en la Carretera de la Estación, muchos los deseos lanzados al aire mientras un escalofrío recorre tu cuerpo. Miradas perdidas solo rotas por los aplausos del respetable y los acordes de una banda fatigada tras la polvorienta caminata.
Con su cuadragésimo aniversario a la vuelta de la esquina es inevitable soñar con un regalo en forma de ascenso. Un salto de categoría que constituiría otro nuevo milagro deportivo que solo el paso del tiempo se encargaría de dar brillo, similar al logrado por aquel equipo dirigido por Rafa Navarro en 2016. Más de uno desde allí arriba, y sobre todo este fin de semana, bailaría sin dudar el “Patatum”, cual pequeños y ansiosos chufleteros a la espera de golosinas arrojadas desde cualquier balcón del pueblo. ¿Quién no se imagina por un instante el semblante de Naranjo, Sánchez o Coi? Gente que, como otros muchos a lo largo de cuatro décadas, han luchado por mantener viva la llama del fútbol en Espiel.
El sábado, en lo que se postula como un duelo clave en ese peregrinar hacia la 3ª RFEF, La Roja tiene una cita clave en el Municipal ante el Montilla CF. Derbi provincial con una localidad sumida en la algarabía de sus días grandes. Mezcla del más puro disfrute y la mayor de las liturgias para conformar una atmósfera que rozará lo místico. La jugadora número 12, esa que jamás rehúye su incondicional apoyo, no estará en la grada, pero sí asomada en El Barrero, en Las Erillas o en la Raja del Castillo. El Atco. Espeleño, más que nunca, caminará de la mano de su Estrella, protagonista ayer, hoy y siempre.